Megan Maxwell te puede sonar a nombre de estrella de cine nacida en el medio oeste americano, pero es una mujer de 57 años que vive en un pueblo de las afueras de Madrid, que escribe novelas eróticas y que es una de las escritoras españolas más vendidas de la actualidad.
El programa de Jordi Évole del domingo 13 de marzo estuvo dedicado a la autora. La entrevista comenzó en un sitio algo inusual: un párking, lugar en el que transcurre una de las escenas más icónicas de sus libros.
Detrás de Megan Maxwell
Maxwell, que es el seudónimo de María del Carmen Rodríguez del Álamo Lázaro, vino al mundo en Núremberg, Alemania, por “circunstancias de la vida”, como ella misma describe en su página web. Su madre es española y su padre un exsoldado estadounidense que fue destinado a Vietnam y con el que no ha tenido casi contacto.
Comenzó a escribir novelas para sus amigas y familiares. Les preguntaba las cosas que quisieran ver un libro y luego tomaba nota de todo. A su primer esfuerzo lo llamó, irónicamente, Casi una novela, que era la frase que les decía a sus seres queridos cuando hablaban de lo que estaba escribiendo. Finalmente, su madre la convence de llevar el proyecto a una editorial.
Al principio la cosa no fue bien. Llegó a enviar sus manuscritos a 70 u 80 casas y siempre se lo rechazaban. Las justificaciones, según la propia Megan, eran las mismas. “Me pedían que hiciera personajes femeninos con menos carácter”, dijo en el programa de La Sexta. Exigencia que nunca quiso cumplir y que ahora tanto sus lectores como ella misma agradecen.
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Su éxito confirma su determinación inicial: ha vendido más de cinco millones de ejemplares con toda su obra publicada. De hecho, si tomamos como referencia solamente su éxito Pídeme lo que quieras, de 2012, podría calificarse como una superventas: de esa novela se han vendido un millón de unidades, que Jordi Évole nota que son tantas como Patria, de Fernando Aramburu. Y sin embargo, hemos escuchado hablar menos de ella que del escritor donostiarra.
Literatura erótica para mujeres
Lo cierto es que a este tipo de literatura, sobre todo la que es escrita por mujeres y para mujeres, se le suele infravalorar en los círculos intelectuales. Cuando Maxwell fue a recoger un premio que se había ganado, se dio cuenta que sus colegas de profesión “le mostraban menos interés” o que la “miraban por encima del hombro”.
Esto no es algo nuevo. Lo que el canon académico considera alta literatura y los gustos del mercado suelen pocas veces coincidir en el mismo sitio. Hay géneros considerados de menor importancia, como los libros de comedia, fantasía, ciencia ficción o literatura erótica y que por el contrario encuentran más acogida en el público.
De acuerdo con cinco fans de Maxwell que fueron entrevistadas en el programa, lo que más les despierta las ganas de leer sus textos es que la escritora utiliza “personajes femeninos reales”, “mujeres empoderadas que no necesitan de un príncipe azul” y que pone “el placer de la mujer en el centro de la narración”. “En la literatura, las mujeres siempre iban un pasito atrás”, asegura la escritora.
Por su parte, Maxwell cree que lo que engancha a quienes la leen es que sus historias “son muy normales, dentro de que la vida no es nada normal”. Dijo que describe a hombres atractivos, aunque imperfectos, y a mujeres comunes que si “quieren sexo lo van a pedir”. Y aunque pareciera que sus temas van más del mundo swinger, del sado o de juguetes eróticos, la verdad es, según sus propias palabras, habla de algo más esencial, “como el amor y los sentimientos a partir de mujeres actuales”.